La normalidad del sufrimiento
El sufrimiento y el malestar psicológico humano surgen, básicamente, de procesos psicológicos normales, especialmente de aquellos procesos en los que está implicado el lenguaje.
El lenguaje humano ha permitido el progreso de la humanidad en base a una enorme capacidad simbólica con la que hemos podido alterar el entorno inmediato con el uso de la ciencia y la tecnología.
Muchos de los usos del lenguaje nos permiten dar razones, contar historias, dar sentido a las cosas, o resolver problemas. Este modo de funcionamiento, que de forma resumida podemos llamar de «resolución de problemas» permite evaluar constantemente la realidad comparándola con el pasado y el futuro, examinar las discrepancias que puedan existir entre nuestros objetivos y esa realidad, valorarla, juzgarla, y activar soluciones que vuelven continuamente a ser evaluadas y juzgadas.
Sin embargo, el modo mental de solución de problemas es restrictivo, orientado al futuro o al pasado, a veces rígido, enjuiciador y muy literal. Además tiene un defecto, y es que no sabe cuando parar. Tiene tendencia a sustituir a la intuición, a la inspiración, a la descripción imparcial y la observación, al compromiso, a la inteligencia emocional o a cualquier otra forma de conocimiento y vivencia que no sea temporal o comparativa.
Cuando intentamos aplicar las mismas soluciones del mundo exterior a nuestro mundo interior, la situación se complica, pues no estamos siendo conscientes de su poca utilidad en este nuevo contexto. Cuando nuestros pensamientos, sentimientos, recuerdos o sensaciones corporales son aversivas intentamos evitarlas, negarlas o suprimirlas, no permitiendo de esta forma que alcancemos mayores niveles de autoconciencia.
En el otro extremo podemos promover un modo mental de conciencia plena, más flexible y abierto, centrado en el presente, amable y no enjuiciador. Este modo mental permite enfrentarnos al sufrimiento de nuestro mundo interior de una forma más positiva. Se desarrollan así las capacidades de autoconocimiento y conciencia plena y las habilidades que profundizan en el manejo eficaz de nuestras emociones. De ahi la importancia que se da a las técnicas de meditación Mindfulness.
Alcanzar un estado óptimo de bienestar y salud psicológica no significa dejar de sufrir, sino más bien aprender a manejar de forma eficaz las emociones nocivas.