Responsabilidad
Imagínate dando un paseo por un parque un día soleado de primavera, uno de esos días en los que corre una suave y cálida brisa. Paseas y observas las majestuosas copas de los árboles, los rayos de luz entre sus ramas, oyes el canto alegre de los pájaros, y percibes el olor fresco de la hierba y de las flores, y sientes la energía y vitalidad que recorre tu cuerpo mezcladas con una sensación de calma y serenidad. Te sientes bien. Percibes que las cosas son como deben ser y están donde deben estar. Imagina que sigues paseando y en un momento determinado te paras y miras todo lo que te rodea. Estás parado en el centro de todo, observando …
Ahora, deja de imaginar y piensa en lo que observabas. El sol no salía para que tu día fuera soleado, el sol sale todos los días del año. La brisa no siente esa calidez ni esa suavidad, ni te siente a tí. Las copas de los árboles no se sienten majestuosas, ni siquiera saben que son árboles. Los pájaros no cantan, únicamente se comunican entre ellos, pero sin alegría ni tristeza. Todo eso lo has puesto tú, lo has creado y construido y te has permitido sentir la plenitud de un día estupendo. Si te digo que has sido el responsable de la construcción de tu día estupendo seguramente no te parecerá mal.
Ahora bien, imaginemos que no has podido imaginar este ejercicio, que no has podido imaginar nada positivo porque hoy es un día malo para tí. Puedes estar triste por algo que te haya ocurrido o simplemente porque últimamente estas triste y ya no te acuerdas ni del motivo original de tu malestar. Tus días te parecen faltos de belleza y de sentido. No sientes la energía ni la vitalidad. No te sientes bien. Percibes que las cosas no son como deberían ser. Si éste es tu caso, entonces párate un momento y observa todo lo que te rodea … las paredes de tu habitación no están tristes, las cosas no tienen deberes para con nadie, la vida no está obligada a nada. Todo eso lo estás poniendo tú, lo estás creando y construyendo, y no te permites sentir con plenitud tu día, sea bueno o malo.
Cuando nos damos cuenta de que somos responsables de nuestra vida es cuando ponemos las condiciones previas para el ejercicio de nuestra libertad. Ser responsables de nuestras vidas y ser conscientes de esa responsabilidad requiere de un gran valor. Ejercer nuestra libertad no es una opción. Estamos condenados a ser libres, a ser responsables de nuestros errores, nuestros fracasos y nuestras indecisiones. También de todo lo bueno que nos podremos encontrar por el camino.