Cómo reducir la ansiedad frente a un exámen
Reducir la ansiedad en un examen
Esta mañana me he encontrado con mi amigo JM. Cuando le he preguntado que tal está, me cuenta que muy nervioso, porque en pocas horas se examina del teórico del carnet de conducir.
Su nerviosismo tenía cierto fundamento, pues ya ha suspendido un par de veces. Cuando se encuentra frente al examen, sus nervios le traicionan: es incapaz de recordar lo aprendido.
Entonces le propongo una forma distinta de hacer el examen. Puesto que debe responder 30 preguntas en 30 minutos le sugiero lo siguiente para reducir la ansiedad:
1.- Tiene que dedicar 1 minuto a cada pregunta.
2.- Los primeros 5 segundos de cada minuto debe olvidarse del examen. Olvidarse de aprobar o suspender. Y en su lugar debe realizar una profunda respiración durante la cual conecte con todas sus sensaciones corporales. Debe sentir plenamente su cuerpo.
3.- A continuación lee la pregunta de turno. Solo debe leerla, eso sí, con mucha atención.
4.- Tras la lectura debe evitar responderla, evitar encontrar la solución o la respuesta correcta. Solo tiene que dejar que la pregunta resuene en su mente, sin tratar de solucionarla. Si conoce la respuesta porque la ha estudiado ésta surgirá de forma natural. Si no la conoce es inútil rumiar mentalmente la solución no conocida o preocuparse gratuitamente.
El truquillo
Cuando termina su examen me envía un whatsapp, y me comenta que gracias al “truquillo” que le he dado ha sido capaz de terminarlo tranquilo, que ha podido reducir la ansiedad, y que hasta la tarde no le darán el resultado pero que tiene buenas sensaciones.
A las seis de la tarde vuelve a contactarme dándome de nuevo las gracias por el truquillo, pues esta vez ha conseguido aprobar.
Después de darle mi enhorabuena y despedirme de él, reflexiono sobre el tema. Lo que mi amigo llama truquillo no es tan trivial, y representa un modo mental mucho más significativo y sabio de lo que a primera vista parece.
Responder no es siempre la solución
Cuando nos encontramos ante una pregunta, intentamos responderla lo más rápidamente posible, encontrar la solución, la verdad. Realizamos un esfuerzo mental por acelerar ese proceso de comprensión.
Activamente buscamos información, generamos hipótesis, tanteamos soluciones, y sin darnos cuenta llenamos nuestra mente de un sinfín de información caótica que se activa simultáneamente. Toda esa información, esa mezcla de contenidos relevantes e irrelevantes, hace que nada se vea con claridad. La propia mente, en su intento por solucionar un problema, se ha convertido en el problema mismo.
El truquillo es en realidad un modo de ser y estar, un modo contemplativo, no distorsionador, un modo de observación que no genera interferencias.
La vida no es un examen
Por un momento no puedo evitar pensar que, en cierto modo, es así como nos pasamos la vida, tratando de solucionarla, forzándola a darnos respuestas. Y si no somos capaces de encontrarlas rápidamente, las creamos, aunque sean falseadas, a fin de aliviar la ansiedad que nos crea el propio deseo de encontrar una solución.
Me doy cuenta de que cada minuto de nuestra vida es una pregunta sin respuesta, una pregunta que no necesita ser respondida. Y que lo admirable del proceso de la vida es que tengamos esa capacidad de preguntar. Lo que nos conecta profundamente a la vida es la pregunta, ese estado de conciencia anterior la respuesta.
Así que si quieres un truquillo fácil para encontrar la solución a muchas de tus preguntas, ya sabes, no te esfuerces por responderlas. Solo pregúntate y escucha en tu interior.